viernes, noviembre 30, 2007

El hombre que un día se declaró poeta

A la entrada de mi clase, desde hace un año, pegado en la puerta, hay un poema de Antonio Gamoneda, premio Cervantes de las letras del año pasado.
Allí continúa.
Hoy añadiré, porque la poesía es arte y es mágica, y porque quiero que mis alumnos sean conscientes de la belleza de las sensaciones, no sólo musicales, otro de Juan Gelman.
El hombre que creció leyendo El Quijote.
El hombre que dice escribir por vicio.
El hombre comprometido.
El hombre que un día se declaró a sí mismpo poeta.
El hombre que sigue buscando respuestas. “La voz seguramente cambia, pero las obsesiones no: el amor, la niñez, la revolución, el otoño, la muerte, la poesía, siguen sumiéndome en la abierta oscuridad de su sentido, obligándome a buscar respuestas que nunca encontraré".
El premio Cervantes de este año.


AUSENCIA DE AMOR

Cómo será, pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire,
que ando que no ando.


Cómo será acostarme en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente,
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.



Hoy, viernes, para ti.
Abrazo.

jueves, noviembre 29, 2007

Los placeres de la vida

Tengo cuadernos escritos a mano desde hace tanto tiempo. No me refiero a ésos que se guardan como recuerdo de cursos de escuela o instituto, no, que también tengo alguno, sino a aquéllos otros, llenos de nombres, de secretos, de juegos de letras para adivinar el chico con el que ibas a casarte o con el que tendrías amor (qué curioso, no era lo mismo) u odio o relaciones, palabras cuyas iniciales correspondian, justamente a A M O R. También de referencias a diferentes cuestiones, filosofía de juventud. Páginas con letras de canciones románticas y, sobre todo, poemas y pensamientos.
Esto de escribir, dice García Márquez, es una necesidad como el beber cuando se tiene sed.
De lo que yo siento necesidad, y es así, es de leer, más que de escribir. No es que sufra cuando no leo, bueno, confieso que un poco, pero es verdad que cuando me meto en la cama y abro el libro, o cuando me siento en el sillón, en uno cuyo respaldo se inclina hacia atrás, de esas maneras que uno se sienta cuando no tiene visita, así, medio tumbada y con las piernas sobre el apoyabrazos y los pies colgando y las zapatillas de estar por casa en el suelo, y la lámpara al lado, me siento, sencillamente, bien.
Y suelo tener un cuaderno al lado, con un Pilot negro con el que anoto, más bien garabateo, palabras que me gustan o números de páginas interesantes.
Leí alguna vez que para escribir bien se ha de leer. Desde luego que sí. Me gusta escribir pero, repito, de lo que tengo necesidad y por lo que siento placer es por leer.
Podría exponer razones por las que leo, extraídas de cualquier manual.
Sin embargo, parafraseando a Antonio Gala, cuando dice: "Te quiero porque no puedo dejar de quererte", yo digo: "Leo porque no puedo dejar de leer".
No suelo dar consejos a nadie, quién soy yo para hacerlo, pero sí, en esto de la lectura, recomiendo de una manera casi ferviente dejarse llevar por el placer de la letra impresa.
Y ya me contarás.

miércoles, noviembre 28, 2007

El cine y mis llantos


Hoy he decidido que no pienso ir al cine; lo deduje hace varios días, después de ver una película cuyo título no voy a citar para no predisponerte de una manera u otra.
No estoy dispuesta a ver cintas que me dejen un cierto sabor amargo, salvo en una de estas ocasiones:
-Cuando me llame la atención la cartelera fotográfica; entonces, sí, absoluta y rotundamente, sí. Pero sólo en ese caso, y de una manera excepcional, entraré en una sala.
-O cuando la música sea digna de mención; entonces, y también de manera puntual, me arriesgaré a pagar los cuatro euros del día del espectador para escuchar en estéreo lo que merece la pena.
-O si el argumento sé de antemano que no me va a estar haciendo padecer durante un tiempo, aunque sean minutos.
Renuncio explícitamente a pasar malos ratos, salvo que sea absolutamente necesario en mi vida.
Como ya tengo olvidado aquello de ir al cine con el novio y, de paso que miras, mirarlo, no pienso sentarme en una de sus butacas para recordar viejos tiempos.
Renuncio al llanto simplón que te ataca cuando la protagonista muere o cuando percibes que la tragedia se avecina.
A pesar de eso, continúo yendo al cine de vez en cuando, siempre los lunes. Me gusta más.
No sé si alguno de vosotros vio en su día "Cinema Paradiso", una bellísima película. Dulce Pontes, a quien tuve ocasión de ver y escuchar en Aínsa hace varios veranos, canta maravillosamente un tema de la banda sonora de la película. La orquesta de Ennio Morricone pone el resto.

http://es.youtube.com/watch?v=Tz6qj4nijdE

Para escucharla sin cortes, deja primero que se cargue entera. Luego... disfruta, tanto del sonido como de las imágenes que nos ofrece.
(Por cierto, recuerdo una actividad, cuando estudiaba Musicoterapia en Vitoria, que consistía en escuchar esta canción, a diferente intensidad, estando tumbados hacia arriba sobre esterillas y con los ojos cerrados, mientras una persona hablaba en voz alta de amor, de amor hacia los seres humanos. Algo especial).

martes, noviembre 27, 2007

Indefectiblemente


Una de la madrugada. Sala de urgencias de un centro médico. Ataque agudo de asma. Mi padre. Camilla, historial, medicación, electro, médica, enfermera, jeringuilla, respiración.
Y, además, el silencio interno que, de repente, te inunda.
Como la noche, con cuanto de mejor y de peor nos ofrece.
Como dos oraciones gramaticales separadas por la eternidad.
Tres menos cuarto de la madrugada. Sigue la luna llena arriba, ahora tras la ventana de la habitación de casa, iluminando con su esplendor todas las grandezas y miserias del ser humano.
Todo ha de continuar. Indefectiblemente, el show ha de seguir.

lunes, noviembre 26, 2007

Sueños por 18000 euros.

La entrada correspondiente a este encabezamiento aparece en el sábado.(Todavía no me aclaro con esto de los blogs). Así es que, si quieres leerla, baja un poquito con el cursor y la encontrarás. Feliz día.

domingo, noviembre 25, 2007

El cariño y otros males

-No te soporto, cariño, es así de simple. Tus toses matinales, tus calcetines tirados por el suelo y las toallas del baño en cualquier sitio, tu ruido en la comida, tus ronquidos; ya no aguanto tu perfume caro ni tus trajes a medida ni tus cinturones a juego con los zapatos italianos.
-Recuerda que has de recoger a los niños tú, que yo tengo reunión hasta pasadas las nueve y que no me llames al móvil, que te pones pesadita con eso, que llegaré tarde, ya te lo digo ahora.
-No tolero que me trates como a tu criada, que para eso ya tenemos varias, que mis hijos son los tuyos y sólo te preocupas de ellos para revisar sus notas escolares.
-Y para comprar todos los juegos de ordenador y las pijadas que ven por la televisión. Lo dicho, que llegaré tarde.
-No resisto más tu aliento a wisky, tus llamadas de dólares y playboys, tus eructos ni tu...
-Yo también te quiero. Hasta la noche.


-LLaman por teléfono al señor. -Se acaba de marchar. Lo cojo yo en su despacho. -¿Está Juan?, repite la voz.
-Será el Sr. Ramírez, ¿no?, -Perdón, es que no lleva el celular conectado y tenía yo este número también, aunque me dijo que sólo en casos excepcionales lo utilizara. Es para decirle que ya estamos en Madrid , el pequeño y yo.
-Tengo que irme. Encárgate de todo, Raluka. Y avisa al jardinero para que repase el jardín.
Ya has oído que el señor llegará tarde. Los niños y yo, seguramente, más.
-Le recuerdo que hoy tiene en la agenda: a las once, peluquería. Después el masaje y por la tarde la manicura (y recoger a los niños). Y ha de escoger el vestido para la fiesta de los Serrano, la de mañana. Debo cancelar algo?
-Lo pensaré por el camino. Te llamaré.



Lo pensaré por el camino.


Lo pensaré por el camino.



sábado, noviembre 24, 2007

Caminito

Mi madre cantaba muy bien. La recuerdo muchas veces cantando por la casa. Letras que hablaban de amor y desamor, temas de siempre. Letras inmensamente bellas , boleros, tangos...

Ahora no suele hacerse eso; en todo caso, se escucha música, pero no se suele cantar, salvo los-las adolescentes y poco más. Mis hijas, por lo menos, lo hacen a menudo. No sé si en aquella época, los años sesenta y setenta, habría mucha gente que se dedicara en sus casas a tararear canciones. Sí es cierto que se iba al baile, que las parejas se apretaban con el romanticismo del cantante de moda.

Mi madre, sí. Mi madre cantaba y se la podía oír y escuchar desde la calle. Tenía oído musical, afinaba muy bien y su voz sonaba a ángeles.

Y tenía 44 años cuando se fue (hace muchos años de eso).


No ha hecho falta que muriera Fernando Fernán Gómez para recordarla , naturalmente, pero la canción Caminito, interpretada por Enrique Morente en el Teatro Español para despedir al actor, ha hecho que recordara la melodía cantada por mi madre cuando llenaba el espacio de la casa.

Mi padre tocaba el acordeón y el saxofón. Ahora ya no. Ahora son las nietas quienes tocan a los clásicos.

La música ha estado siempre presente en nuestras vidas. Y es algo de lo que me siento inmensamente orgullosa.


"Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal.

Caminito que entonces estabas bordado de trébol y juncos en flor, una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo.

Desde que se fue triste vivo yo, caminito amigo, yo también me voy.Desde que se fue nunca más volvió, seguiré sus pasos, caminito, adiós.

Caminito que todas las tardes feliz recorrías cantando mi amor, no le digas, si vuelve a pasar, que mi llanto tu suelo regó.

Caminito cubierto de cardos, la mano del tiempo tu huella borró; yo a tu lado quisiera caer y que el tiempo nos mate a los dos.

(Música: Juan de Dios Filiberto .Letra: Gabino Coria Peñaloza )

Sólo música:

http://es.youtube.com/watch?v=z7RFeqraK5Y&feature=related

Con la letra:

http://es.youtube.com/watch?v=MyRdq0Urq9Q&feature=related

Puedes minimizar la pantalla y, simplemente, escuchar.

Y que la música o la letra, o ambas, te lleven hacia donde tú quieras. En este sábado de noviembre, por ejemplo.



Sueños por 18.000 euros


Realizamos todos sus sueños. Hasta 18.000 euros.

¿Cómo?????, ¿perdón?, ¿es a mí?. Reviso mi correo electrónico, no vaya a ser que el remitente se haya, qué rabia, equivocado. Pero no, está claro, es a mí, es mi dirección , soy yo, yo la agraciada. Jamás de los jamases había tenido un regalo de semejante magnitud. ¿Me lo merezco?; no sé qué decir, mejor no me pregunto nada y me quedo con el premio. Pero no, no es un premio, no es que yo haya ganado esto por una prueba, por un examen, por algo. No, esto es más simple y claro: Realizamos todos sus sueños; hasta 18.000 euros. Esto, pues, es un regalo. Muy bien. Me quedo con el encabezamiento. Ya leeré luego todo el contenido. Ahora, lo que me interesa es pensar es en mis sueños .

¿Cuáles son mis sueños?.

De la línea anterior a ésta han pasado muchos minutos, yo diría que incluso horas. Y no es porque me haya levantado y haya ido a tender la ropa, que sí, o porque haya tenido que preparar unas clases, que tambíen, pero lo he hecho con el runrún en la cabeza que te da un pensamiento del que no puedes desprenderte. Mis sueños, ¿pero es que yo los tengo? y, si los tengo, ¿quién osa ponerles precio?.

Por si acaso, ya que he sido la elegida (o una de las elegidas, porque ya sería el colmo de la suerte que sólo me hubiera correspondido a mí), voy a pensar en ello: no sé si es mejor que sea un sueño grande o muchos pequeños; y, si hay comisiones por medio que se te llevan una parte, he de deducir que no son los dieciocho mil, así es que dejaré los menos importantes para el final, no vaya a ser que me deprima por no haber recibido alguno.

Por otra parte, ¿y si después me arrepiento de pedir que se realice un sueño y no otro (partiendo de la premisa de que los tenga, claro, que también podría ser que no, para gustos los colores)?... Menudo problema, toda la vida con remordimientos por este asunto. ¿ Por qué no eligiría éste y no aquel absurdo?.

Y también está la cuestión de la dignidad. Porque... si aparezco en la oficina bancaria (que es de allí de donde yo he recibido semejante regalo) y expongo los posibles sueños, quizás a la persona que está sentada al otro lado de la mesa le parezcan demasiado libianos, o libidinosos, ah, o ruines o arrogantes, y nos enzarcemos en una pelazga (disputa, pelea) para dilucidar lo que es un sueño correcto para cada uno de nosotros.

Así es que , no sé, estoy pensando en dejar pasar esta posibilidad de tener unos dineros extras y no mirar ni el adjunto que desarrolla los pormenores del regalo en cuestión, sobre todo porque, como decía Calderón en boca de Segismundo: "...los sueños, sueños son". Y no quiero pensar que se equivocara, por muy exagerado que alguna vez se manifestara, que para eso fue uno de nuestros ilustres poetas y dramaturgos del Siglo de Oro. Y eso es decir mucho.



viernes, noviembre 23, 2007

La sonrisa de Sipa

No pretendo, válgame Dios, repetirme, por lo menos a sabiendas (de eso habría mucho que comentar: acabamos repitiendo tantas cosas), pero ... es que me parto, me troncho y me mondo (me recuerda a alguien que lo decía muchas veces).
Fíjate, lector/a, que hoy, ya sabes que a estas horas -son las siete y pico de la mañana- llevo puesto el delantal, me he vuelto a encontrar a Sipa.
Tú dirás: ¿y quién es ella?, ah, lee las otras entradas que hay en mi blog y te enterarás.
Pues bien, allí estaba cuando yo he abierto la puerta de mi casa para pasar la fregona, no sentada, no, sino barriendo la calle.
Holaaaaaaaaaa, nuestro saludo se va haciendo cada vez más efusivo. No sé adónde vamos a parar. Me dice que hay menos trabajo, hoy no hay viento ni llueve, así que los arbolitos ya no dejan caer hojas (las pocas que les quedan). Empiezo con una metedura de pata: Hola, Sapi, porque es así tu nombre, ¿no?. Sipa, me contesta, con su sonrisa divina de siempre. Y tú, tu nombre?, ah, sí, María Jesús. (Qué más da el nombre..., pues sí que da, claro que da, que bien que nos gusta que de otras bocas salgan las oclusivas, fritativas, africadas, laterales, nasales, laterales, vibrantes... que forman nuestras identificaciones), y qué tal, y ¿sabes que he escrito en el ordenador sobre ti?, ¿y eso?, ah, ¿y tú sabes?, bueno, pues sí. Y hago gesto de teclear, aunque parece más bien que imite a un pianista, malo, eso sí, que soy muy realista. (Sin pretender pareado me ha salido este altercado).
Y qué ilusión verte, pues yo también, hala.
Y me dice que ayer miró hacia mis ventanas y vio las luces encendidas (en esta sociedad las luces, las televiones, etc, se encienden; cualquier día ardemos todos. Quizás habría que cambiar eso, aunque sería tema de otro escrito, no de éste). Y también me dice que habla con un señor que aparece en otra ventana y yo pienso: vaya, al final haremos un desayuno popular. Pero resulta que ese señor, al señalar la ventana en cuestión, de la casa contigua, es mi padre, y ya me quedo más tranquila, se queda todo en la familia. (Qué manía con las rimas).
Porque, lo dicho, eso de que uno mire hacia arriba para esperar ver a alguien me está haciendo pensar que sí, que a mí, que soy ese alguien, también me gusta oír la escoba por la calle y escuchar la voz de quien , aún de noche, aparece con una redecilla en el pelo (¿el pelo?, no, una mata enorme en plan Margaret, March, Simpson, que hace que suba un tubo hacia el casi infinito. Ya me gustaría a mí, ya). Con una redecilla, sí, y con un uniforme de trabajo, como es el mío en este momento (no me repetiré, no lo haré, refiriéndome al delantalito de cuadritos, qué digo de cuadritos, de cuadros de menú del día), y con una sonrisa que cada vez me alegra más.
Oye, será que es viernes o que me gusta mirarnos.
No sé, y repito, adónde vamos a parar.

jueves, noviembre 22, 2007

Te recuerdo

(Estas líneas las escribí ayer, día 21 de noviembre, después de visitar la página web Ensemble XXI. La informática no dejó que yo pudiera enviar el texto que a continuación transcribo. Por eso lo coloco aquí, especialmente para los profesores que, como José Antonio Chic, Fran Balsera y otros, envuelven el alma de los demás.
"No me conocéis, no pertenezco a Ensemble XXI, no toco la guitarra.
Sí conozco el conservatorio profesional de música de Monzón. Mis dos hijas estudian piano allí.
Hoy, casualmente, alguien me ha hablado de la página de esta formación orquestal. He entrado, sabiendo que habría cosas buenas aquí. Y eso ha sucedido.
Y, quizás no lo creáis, es posible, pero la sensación que ahora tengo en lo más profundo de mi ser es de emoción, de tanta emoción que mis lágrimas caen por las mejillas.
Yo fui estudiante, como vosotros, conocí profesores estupendos y otros no tanto, pero de todos aprendí. Siempre se aprende, creedme. De la misma manera que en la vida uno va encontrando seres que te embriagan, que te cobijan. Y sé que José Antonio Chic es uno de ellos.
Recuerdo a Fran Balsera, cómo no recordarlo, y su compromiso con la música y con las emociones, con esa parte que educa el alma más allá de lo escrito en el pentagrama.
Con todos los respetos hacia el profesorado de cualquier materia, yo también pertenezco a ese ámbito, sé de lo importante, imprescindible, del cuidado de los sentimientos. Y eso, por encima de todo, se trasluce en la vida y profesión de José Antonio Chic.
Leer los comentarios que escriben los alumnos, palabras sinceras que todos quisiéramos escuchar alguna vez, amor verdadero entre personas unidas más allá de su afición musical.
Sinceramente pienso que tus alumnos, tal como demuestran en sus escritos, se han de sentir orgullosos de ti, y tú, profesor excelente y mejor persona, has de sentirte satisfecho de pasar por la vida dejando la huella que en muchas personas plasmas.
Os felicito por formar este grupo de gente que, por encima de la música, que ya es algo maravilloso, está unida por el amor y el alma.
Hasta siempre.
María Jesús Lamora.
Repito: este escrito lo redacté ayer, víspera de Santa Cecilia. Desconozco quién o quiénes lo leerán. Por encima de ello, quede mi constancia y mi admiración por las personas que trasmiten tantas emociones en su quehacer diario.
Gracias.

Benedetto Marcello

Hoy es 22 de noviembre, Santa Cecilia, patrona de la música.





http://www.epdlp.com/compclasico.php?id=1053



Me hubiera gustado enviarte todo el concierto (los tres movimientos) para oboe en Re menor de Benedetto Marcello, pero no sé todavía cómo se pasa aquí la música de un C.D.

El que puedes escuchar en la página que he incluido es el Adagio;

Para ti, que entras en esta página y me acompañas. Y dejas que yo también lo haga.










miércoles, noviembre 21, 2007

Una palabra tuya


A las siete de la mañana es de noche todavía en muchas plazas, callejones, farolas del mundo.
A las siete de la mañana, desde hace unos días, coincido con ella. A veces la veo desde mi ventana, otras la oigo cómo barre la alfombra de hojas que los árboles van depositando suavemente en la acera; hoy, concretamente, ha sido en el porche de mi casa.
Yo iba a pasar la fregona cuando, al abrir la puerta, se me aparece allí, tal cual, con su uniforme de limpiadora municipal. Me fijo en que lleva una redecilla para sujetar el pelo, como la que yo utilizaba cuando era pequeña y bailaba la jota, pero mucho más grande.
Así, de noche todavía, ofrecemos una escena almodovariana: el carro de las escobas y recogedores al lado, ella sentada en el el peldaño de la entrada, su atuendo azulón y amarillo fosforito, mi delantal de cuadros en plan comedor de menú del día en restaurantes de tercera, el palo y el cubo con agua junto a mí.
Recuerdo un libro de Elvira Lindo: Una palabra tuya: Rosario y Milagros, dos barrenderas con miserias incluidas.
Mi nueva amiga (¿mi nueva amiga?, qué fácil resulta decir esta frivolidad) se llama Sapi, me cuenta que es de Malí, que su marido tiene un trabajo aquí pero que ella no es admitida en el mismo por ser negra. Antes vivían en Barcelona. Tienen dos hijas pequeñas, de meses. Me cuenta todo eso y lo hace con una sonrisa divina.
A las siete de la mañana de hoy su uniforme está empapado. No es que llueva mucho, no, pero la llovizna, de tanto acompañar, ha ido calando en sus ropas.
Aparece un hombre dentro de un vehículo limpiacalles.
-Yo limpio, tú limpias (le digo a Sapi).
-Nosotros limpiamos , vosotros limpiáis (responde nuestro acompañante).
Con el sonsonete del presente de indicativo parece que fuéramos a iniciar una conversación sin fundamento…Los tres nos miramos. A pasar buen día.
Seguramente volveremos a coincidir. Cada cual con su historia pero con un punto en común, el que da las siete de la mañana , casi en vísperas del invierno, cuando todavía es de noche.
Y eso, se quiera o no, une mucho.

martes, noviembre 20, 2007


Tu mano
en
mi mejilla









Me gusta que sientas, que seas consciente, que tengas curiosidad por las cosas, que sonrías, que te emocionen vivencias, propias o ajenas, que deposites en papelitos tus ganas de besarme.


Me gusta que me hables, que necesites que yo te escuche, que comas la comida que yo cocino, que uses la ropa que yo plancho, que te llamen por teléfono para contarte cosas y que tú seas confidente.


Me gusta que leas y que yo lea contigo, ya no los mismos libros pero sí a tu lado, que toques el piano y que incluso te enfades cuando no te sale bien.


Me gusta que me preguntes: ¿crees que soy buena persona? y yo te tome la mano y la lleve a mi mejilla para expresarte un Sí más grande que todas las nubes del cielo.


Me gusta bailar contigo, reír contigo, pasear contigo, escuchar contigo y de ti.


Me gusta mirarte y descubrir que estás llena de vida y de alma.


Me gusta que digas: te quiero, sea a quien sea,


Decir te quiero es algo maravilloso.


Felicidades, Ana


(Podrías ser mi amiga, mi amante, mi compañera de piso, mi vecina; podrías tener 35, 20, 64 años. En cualquiera de esos casos podría decirte lo mismo).


Eres mi hija y hoy cumples trece años.



Y me gusta inmensamente que seas como eres.

lunes, noviembre 19, 2007

Vengo de visita

Vengo a visitar a los muertos, como si ellos pudieran entender la tristeza. En todo caso, quizás algunos se dieron cuenta de lo que arrasaron en sus amores a medida que se iban; en otros casos no dio tiempo.
De golpe desaparecen cuerpos, manos, miradas, voces.
Hay muchas escenas que producen una sensación, cuanto menos, extraña, cierto. Una de ellas es la visión del cementerio quince días después de la festividad de Todos los Santos. Lo que se ofrece ante la vista es el olvido del recuerdo. El único lado positivo, si es que lo tiene, es, para quienes disfrutamos con y del arte fotográfico, el que te permite captar imágenes que, a poco de sensibilidad que uno tenga, no dejan indiferente.
A medida que pasa el tiempo, los años, las tumbas se llenan de personas más cercanas a nosotros, quizás para ser conscientes de que alguien nos está esperando. Aunque no sepamos dónde.


domingo, noviembre 18, 2007

La plancha y demás.

Hace tiempo leí en “El país” un artículo sobre las dobles-triples jornadas de muchas mujeres. Aquello tuvo su contestación, en el mismo periódico, por parte de otras que defendían que ellas todavía trabajaban más, que lo publicado era una simpleza al lado de los horarios que unas y otras debían sortear cada día y casi cada noche.
En fin, una carrera en pos de quién es la que más trabaja.
Hoy, domingo, no he madrugado.
A las once de la mañana ha empezado mi jornada laboral (la de mi casa, claro): limpieza de muchísimos metros cuadrados, fregona, comida para algunos.
Por la tarde, más. Plancha y recoger ropa.
Todo esto, dicho en cuatro palabras, lleva bastante más tiempo que el que tardo en escribirlo. Mucho más.
Se da por hecho que la comida esté a punto; se da por hecho que las camisas estén planchadas o que el cuarto de baño reluzca y huela a limpio. Se dan por hechas las camas, las servilletas en su cajón, las tazas de leche recogidas.
Se da por hecho que una tenga que cumplir en todas partes, en la casa, en el trabajo fuera de ella, en los afectos.
La verdad es cada vez me importan menos muchas cosas, cierto, pero me parece que el cuidado de los sentimientos es importante.
De las personas que conviven conmigo, sólo una (y no somos dos) agradece y valora mis quehaceres diversos.
Va por ella.
Por los demás también, sí, pero con otra connotación que en nada se parece.

sábado, noviembre 17, 2007

Barcelona



Diecisiete treinta horas de ayer, viernes. Barcelona Diagonal está colapsada. Parece, desde el asiento número cuatro del autobús que hace el recorrido de la capital altoaragonesa a la catalana, una bandera bicolor. Por una parte, todas las luces rojas de la parte posterior de vehículos en el mismo sentido que nosotros; por la otra, cientos de luces blancas de la parte delantera de otros que salen de la ciudad condal .
Me distraigo en imaginar las historias de la gente que veo a través del cristal, es una manía que tengo, de los huéspedes de los hoteles de cinco estrellas que aparecen iluminados a mano derecha.
Me distraen las incipientes alegorías navideñas que quieren hacerse paso entre otros anuncios.

-Me estoy meando, haga el favor de abrir la puerta y dejarme bajar.
Quien lo dice en voz lo suficientemente alta como para que nos enteremos los cercanos es un hombre de mediana edad que se ha dirigido desde no sé qué asiento hasta llegar a la oreja del conductor
En primer lugar, lo de “mear” a mí no me va. Prefiero el “ hacer pis” de toda mi vida. Le lanzo una mirada que pretende ser lo más indiferente posible pero que no lo es, todo por el mearse de las narices.
El conductor informa de la imposibilidad de poder acceder a este antojo , a este deseo desaforado , a esta súplica.
Se sigue escuchando:- Por favor, por favor, que no me aguanto.
¿Tendrá problemas prostáticos?, ¿será claustrofóbico?, ¿es una artimaña para secuestrar el autobús con nosotros dentro?.
Moreno, abrigo oscuro, corbata, cartera de mano. Parece tan correcto.
-Le digo que me baje, que me estoy meando, que no puedo más, que me voy a mear en el asiento.
-Si usted se mea en el asiento, yo lo recogeré con la fregona.
Los cuatro ocupantes de los primeros asientos nos miramos de reojo.
El tono de voz se eleva un poco.
-En cuanto baje de aquí le voy a denunciar.
Haga lo que quiera, pero el autobús no se abre hasta la estación de Sants
-Por favor, hombre, no sea así, que lo estoy pasando muy mal, que me voy a mear en los pantalones, se lo suplico, bajo mi responsabilidad, yo le firmo un papel eximiéndole de toda culpa.
El conductor continúa impertérrito. Su No tajante, sin perder la compostura ni un momento, supongo que harto de bocinazos y volantes, y de tipos como el de hoy, no sé, que se hace pis…
Y no es cualquier cosa eso. Porque yo recuerdo haber tenido que beber un litro y medio de agua en ayunas para una prueba médica y no poder haber ido a mear, miccionar, hacer pipí, hacer pis, hasta pasadas tres horas. Y certifico que se pasa muy, pero que muy mal.
Seis y media. Ha anochecido. Media hora de retraso. Por fin se abre la puerta. Paren el autobús, que yo me apeo. No sé más del susodicho.
La ciudad se despliega entre gentes y huellas , contenedores, anuncios. parejas que se besan y conversan por Numancia, luces de viviendas al otro lado de las aceras.
Sigo imaginado historias de otros que, quizás, están ahora imaginando la mía. Piso el suelo que otros pisan: escritores, poetas, pintores, artistas.
Barcelona me atrapa, también en el casi silencio de la noche.

viernes, noviembre 16, 2007

Para quienes se estremecen, para quienes sienten escalofríos, para los que, como yo, huelen todos los mares a través, incluso, del silencio.

miércoles, noviembre 14, 2007


En el agua más clara quiero ver la vida.
Miguel Hernández.
Esta mala fotografía la tomé en Orihuela (Alicante), en la casa natal del poeta, hace un año.
Sigue emocionándome el pie de imagen.

martes, noviembre 13, 2007

foto

Sí, me llamo María Jesús Lamora y hoy sigue siendo martes. Después de crear este blog me entero de la separación de los duques de Lugo. También que una niña bebe Éxtasis puro sin darse cuenta, que se pierden horas de sueño si se ronca, que una madre llora la muerte de una hija asesinada. Me entero de Chávez y de Zapatero y del Rey, y, claro, de callarse todos. Los militantes ultras, el examen que tiene mañana mi hija pequeña, esta noche que nos está cobijando.
Me llamo María Jesús Lamora y acaba un martes de noviembre.
Simplemente.

Hoy es martes

¿Por qué he creado hoy un blog, mi blog?, no lo sé.
Estaba yo mirando un correo de mi buen amigo Celedonio García cuando he visto la posibilidad (que él ya me había comentado hace algún tiempo) de crear una página en la que uno pueda ir contando sus cosas.
Sus cosas...
Parece como si yo me estuviera desnudando ante un mundo que escudriña a los demás. Mejor pienso que lo hago porque me ha apetecido, hoy, día trece de noviembre de 2007, sin más, como podría haber sido otro o no ser ninguno.
Bien, aquí está.
Besos, abrazos y palmaditas.