lunes, noviembre 19, 2007

Vengo de visita

Vengo a visitar a los muertos, como si ellos pudieran entender la tristeza. En todo caso, quizás algunos se dieron cuenta de lo que arrasaron en sus amores a medida que se iban; en otros casos no dio tiempo.
De golpe desaparecen cuerpos, manos, miradas, voces.
Hay muchas escenas que producen una sensación, cuanto menos, extraña, cierto. Una de ellas es la visión del cementerio quince días después de la festividad de Todos los Santos. Lo que se ofrece ante la vista es el olvido del recuerdo. El único lado positivo, si es que lo tiene, es, para quienes disfrutamos con y del arte fotográfico, el que te permite captar imágenes que, a poco de sensibilidad que uno tenga, no dejan indiferente.
A medida que pasa el tiempo, los años, las tumbas se llenan de personas más cercanas a nosotros, quizás para ser conscientes de que alguien nos está esperando. Aunque no sepamos dónde.


5 comentarios:

Aragón dijo...

Preciosa foto, precioso texto. Sólo espero que me sorprendas con una foto dedicada a la plancha. La entrada anterior se la merece.

pilar fumanal dijo...

Tu reflexión sobre esta visita al cementerio una quincena después de todos los años es muy acertada, "Lo que se ofrece ante la vista es el olvido del recuerdo" Aunque suene triste, y hasta parezca ingrato que uno pueda recobrar la alegria tras el duelo por la pérdida de un ser querido, la vida nos empuja.
Cuando las tumbas se se llenan de personas más cercanas a nosotros, tus palabras me sugieren que quizas podamos sentir con menos dolor nuestra propia muerte.

Belén Foj dijo...

Me parece muy interesante y acertada tu reflexión.

En esta sociedad que nos fija en el calendario el dia en que debemos acordanos de las personas que hemos ido perdiendo, es grato encontrar personas que se preocupan por otras escenas, imagenes, momentos o sentimientos que no son los estimpulados.

Por cierto me gusta mucho tu blog y te animo a que continues escribiendo, que hay reflexiones y comentarios muy interesantes.

BL dijo...

Siempre encontramos un momento para la reflexión. Aunque parezca paradójico la espoleta puede activarse en cualquier momento, no importa dónde. Acabo de acceder a este blog, sería inexacto decir que sólo para curiosear, pues cada uno ya sabe donde se mete.
Pues bien, las reflexiones que afloran en sus líneas no son más que la manifestación inequívoca de una generación, la nuestra. No es preciso delimitarla. Los límites, como las fronteras, las fechas y demás divisiones son meros arbitrios. Por ello las complicidades espacio-temporales trascienden de cualquier clasificación que se propusiere.
Tus palabras, vuestras palabras, rezuman la trascendencia de lo mundano. El colorido bullicioso de la festividad de Todos los Santos se torna soledad decrépita ante tanta naturaleza muerta quince días después de la vorágine polícroma, ante tamaños bodegones dignos de cualquier etapa obscura del mejor pincel. Y, entre la vida y la muerte, nostros nos debatimos en un nuestro pendular camino particular, de los ocres pastosos que nos atenazan al pesimismo, a los plácidos azules tan livianos como nuestras alegrías.
A veces las palabras no sirven; ya me habéis entendido.

Mª Jesús Lamora dijo...

Seamos conscientes de la vida,Pili, y también de lo inexorable de la muerte.
Gracias por tu ánimo, amiga Belén.
Mientras queráis tenerme, aquí estaré

Creo que las palabras son necesarias muchas veces, bl. Ulilicémoslas, que para eso poseemos un léxico extraordinario.