A las siete de la mañana es de noche todavía en muchas plazas, callejones, farolas del mundo.
A las siete de la mañana, desde hace unos días, coincido con ella. A veces la veo desde mi ventana, otras la oigo cómo barre la alfombra de hojas que los árboles van depositando suavemente en la acera; hoy, concretamente, ha sido en el porche de mi casa.
A las siete de la mañana, desde hace unos días, coincido con ella. A veces la veo desde mi ventana, otras la oigo cómo barre la alfombra de hojas que los árboles van depositando suavemente en la acera; hoy, concretamente, ha sido en el porche de mi casa.
Yo iba a pasar la fregona cuando, al abrir la puerta, se me aparece allí, tal cual, con su uniforme de limpiadora municipal. Me fijo en que lleva una redecilla para sujetar el pelo, como la que yo utilizaba cuando era pequeña y bailaba la jota, pero mucho más grande.
Así, de noche todavía, ofrecemos una escena almodovariana: el carro de las escobas y recogedores al lado, ella sentada en el el peldaño de la entrada, su atuendo azulón y amarillo fosforito, mi delantal de cuadros en plan comedor de menú del día en restaurantes de tercera, el palo y el cubo con agua junto a mí.
Recuerdo un libro de Elvira Lindo: Una palabra tuya: Rosario y Milagros, dos barrenderas con miserias incluidas.
Mi nueva amiga (¿mi nueva amiga?, qué fácil resulta decir esta frivolidad) se llama Sapi, me cuenta que es de Malí, que su marido tiene un trabajo aquí pero que ella no es admitida en el mismo por ser negra. Antes vivían en Barcelona. Tienen dos hijas pequeñas, de meses. Me cuenta todo eso y lo hace con una sonrisa divina.
A las siete de la mañana de hoy su uniforme está empapado. No es que llueva mucho, no, pero la llovizna, de tanto acompañar, ha ido calando en sus ropas.
Aparece un hombre dentro de un vehículo limpiacalles.
-Yo limpio, tú limpias (le digo a Sapi).
-Nosotros limpiamos , vosotros limpiáis (responde nuestro acompañante).
Con el sonsonete del presente de indicativo parece que fuéramos a iniciar una conversación sin fundamento…Los tres nos miramos. A pasar buen día.
Seguramente volveremos a coincidir. Cada cual con su historia pero con un punto en común, el que da las siete de la mañana , casi en vísperas del invierno, cuando todavía es de noche.
Y eso, se quiera o no, une mucho.
Así, de noche todavía, ofrecemos una escena almodovariana: el carro de las escobas y recogedores al lado, ella sentada en el el peldaño de la entrada, su atuendo azulón y amarillo fosforito, mi delantal de cuadros en plan comedor de menú del día en restaurantes de tercera, el palo y el cubo con agua junto a mí.
Recuerdo un libro de Elvira Lindo: Una palabra tuya: Rosario y Milagros, dos barrenderas con miserias incluidas.
Mi nueva amiga (¿mi nueva amiga?, qué fácil resulta decir esta frivolidad) se llama Sapi, me cuenta que es de Malí, que su marido tiene un trabajo aquí pero que ella no es admitida en el mismo por ser negra. Antes vivían en Barcelona. Tienen dos hijas pequeñas, de meses. Me cuenta todo eso y lo hace con una sonrisa divina.
A las siete de la mañana de hoy su uniforme está empapado. No es que llueva mucho, no, pero la llovizna, de tanto acompañar, ha ido calando en sus ropas.
Aparece un hombre dentro de un vehículo limpiacalles.
-Yo limpio, tú limpias (le digo a Sapi).
-Nosotros limpiamos , vosotros limpiáis (responde nuestro acompañante).
Con el sonsonete del presente de indicativo parece que fuéramos a iniciar una conversación sin fundamento…Los tres nos miramos. A pasar buen día.
Seguramente volveremos a coincidir. Cada cual con su historia pero con un punto en común, el que da las siete de la mañana , casi en vísperas del invierno, cuando todavía es de noche.
Y eso, se quiera o no, une mucho.
6 comentarios:
Se dice que hay pocos lugares que despierten tanta solidaridad como un ascensor de hospital infantil, como un andén de una estación cuyos trenes no acaban de llegar, como la eterna cola de la oficina ministerial de renovación de documentos a cualquier hora del día o de la noche.
Pero parece que hay muchos más, una calle de cualquier pueblo a las siete de la mañana, cuando las lechuzas aún se afanan a escudriñar los fecundos ribazos; el puerto de no importa qué pueblo costero, mientras los pescadores ultiman los preparativos en sus artes antes de zarpar hacia sus caladeros; un camino perdido entre valles donde resuenan los acompasados ronquidos de los tractores atiborrados de aperos desperezándose; un convento anónimo entre maitines y vísperas... Somos humanos, la solidaridad deberíamos llevarla a flor de piel y deprendernos de ella altruistamente entre los pinchos de las zarzas de la vida.
CRISTINA
Como bien sabes, soy adicta a los blogs y en éste he encontrado lo que más me gusta, la sensibilidad del que lo escribe.
Estoy totalmente de acuerdo con la reflexión que haces acerca del amor. ¡Qué magnífica es la sensación del "buen rollo"! A lo largo del día siento muchas veces esas vibraciones positivas en muchos lugares y con gentes muy diversas. Eso es, saborear los pequeños momentos, como el encuentro con la barrendera municipal, que por cierto te ha quedado de sobresaliente.
Me ha encantado. Mientras lo leía os imaginaba protagonistas de la próxima película de Almodovar. ¿Pero a quién se le ocurre limpiar el portal a las siete? A alguien que aprovecha al cien por cien su vida.
Ha llegado el Otoño.
Me está gustando mucho ir cada dia a tu blog. Sé cuánta sensibilidad tiene tu mirada y cuánta pasión pones en todo lo que haces. Y como
de lo que hay en el corazón habla la boca, así son de hermosos tus textos, rezumando vitalidad, humor, sentimiento,pasíon y generosidad.
Le escribes a Ana en su cumpleaños y te haces portavoz de lo que significa querer a alguien. Me suscribo a tus palabras. Siento lo mismo.
Ana, ¡Feliz cumpleaños! En verdad eres encantadora y preciosa, la carta a tu madre me gusto muchiiiisimo!
Y el encuentro matutino de hoy, delicioso. Te veo en la puerta de tu casa con la fregona, y el delantal de cuadros pegando hebra con Sapi a las siete dela mañana y es que no podia ser otra que tú. La sonrisa de Sepi te pareció divina, y a ella la tuya también le ha debido de parecer celestial.
¿Le contaras mañana que le hiciste protagonista de tu relato?
Yo creo que se sentirá homenajeada.
Gracias por reglarnos tu mirada con tus textos.
Muchas gracias por tu precioso comentario en nuestra página, a mi también me emocionó leer las cosas bonitas que dices sobre mi...
La verdad es que la enseñanza es un trabajo duro muchas veces, tú lo sabes, pero otras, tenemos la sensación de que damos mucho más de lo que recibimos, y esto me ocurre muchas veces con los chicos y chicas de Ensemble XXI que han regalado momentos muy emocionantes y felices.
Enhorabuena por tu blog, tan bonito
y lleno de sensebilidad.
Saludos y gracias
La solidaridad debíeramos llevarla a flor de piel, dice BL. Pienso que más que eso, deberíamos llevar la justicia.
Gracias a Cristina, Pili, Aragón y José Antonio Chic por los comentarios. Cada cual en su estilo, son gratificantes todos.
Por cierto, Chic, para cuándo un nuevo C.D.?. Lo esperamos.
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