-No te soporto, cariño, es así de simple. Tus toses matinales, tus calcetines tirados por el suelo y las toallas del baño en cualquier sitio, tu ruido en la comida, tus ronquidos; ya no aguanto tu perfume caro ni tus trajes a medida ni tus cinturones a juego con los zapatos italianos.
-Recuerda que has de recoger a los niños tú, que yo tengo reunión hasta pasadas las nueve y que no me llames al móvil, que te pones pesadita con eso, que llegaré tarde, ya te lo digo ahora.
-No tolero que me trates como a tu criada, que para eso ya tenemos varias, que mis hijos son los tuyos y sólo te preocupas de ellos para revisar sus notas escolares.
-Y para comprar todos los juegos de ordenador y las pijadas que ven por la televisión. Lo dicho, que llegaré tarde.
-No resisto más tu aliento a wisky, tus llamadas de dólares y playboys, tus eructos ni tu...
-Yo también te quiero. Hasta la noche.
-LLaman por teléfono al señor. -Se acaba de marchar. Lo cojo yo en su despacho. -¿Está Juan?, repite la voz.
-Será el Sr. Ramírez, ¿no?, -Perdón, es que no lleva el celular conectado y tenía yo este número también, aunque me dijo que sólo en casos excepcionales lo utilizara. Es para decirle que ya estamos en Madrid , el pequeño y yo.
-Tengo que irme. Encárgate de todo, Raluka. Y avisa al jardinero para que repase el jardín.
Ya has oído que el señor llegará tarde. Los niños y yo, seguramente, más.
-Le recuerdo que hoy tiene en la agenda: a las once, peluquería. Después el masaje y por la tarde la manicura (y recoger a los niños). Y ha de escoger el vestido para la fiesta de los Serrano, la de mañana. Debo cancelar algo?
-Lo pensaré por el camino. Te llamaré.
Lo pensaré por el camino.
Lo pensaré por el camino.
2 comentarios:
¿Para cuándo el capítulo II?
Besos
Ahhhhhhhhhhh, ¿te ha gustado, anónimo?. Pensaré en la posible continuación.
Gracias por entrar aquí.
Un abrazo.
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