La entrada correspondiente a este encabezamiento aparece en el sábado.(Todavía no me aclaro con esto de los blogs). Así es que, si quieres leerla, baja un poquito con el cursor y la encontrarás. Feliz día.
Regalos y más regalos. A diario los buzones de nuestras casas y los virtuales de nuestras estancias aparecen repletos de publicidad. Además es preciso recordar la que emiten en televisión, radio, prensa y el resto de medios que nos bombardean a diario. Cuando abrimos el correo, o le pasamos el antivirus o lo miramos al trasluz por si llevase algún explosivo real o figurado en su interior. El semblante se nos pone ceñudo, se arquean las cejas y olisqueamos, nunca se sabe. ¡Ay, los bancos! Si de su original emplazamiento en las ágoras de las polis griegas ya no quedan sino las innumerables sucursales que custodian las plazas de nuestros pueblos, villas y ciudades. Mira que llega a ser curioso. Antes, en las plazas, había ferreterías, tiendas de muebles y otros enseres, casas de toda la vida de mantas, ropa y lencería; hasta puede que una botica y, cómo no, la sempiterna tienda de ultramarinos. Hoy en día, todo ello ya no es preciso. Los bancos, por un módico TAE, te venden cuberterías, cristalerías y todas las “ías” que preciséis o no; las cajas, televisores, “cine en casa” o te financian las vacaciones y, además, te regalan el nórdico, el gps, la manta de viaje y una maravillosa descascaradota de huevos duros de perdiz para las ensaladas tibias con vinagre balsámico de Módena. Ah, y del Cofidís de turno, prefiero morderme la lengua y no hablar. Pues eso, ni se te ocurra convertirte en articulista de ningún periódico, recuerda que los principales accionistas, directa o indirectamente, son los bancos. A ver si va a resultar que no recibes nunca más ninguna otra carta con vete tú a saber qué extraordinario premio dentro. Y, por extensión, nosotros nos vemos privados de otro de tus plumíferos, incisivos e inocentes, a la par, comentarios.
Je, je, je. Ahora estoy en otro dilema: o hacerle caso a Elena Losada y pedirle cita al director de algún periódico (No sé si me arriesgue. No quiero que mi autoestima se desequilibre), o dedicarme a seguir preparando las ensaladas con quesos diferentes y con nueces y, sobre todo, con el balsámico vinagre de Módena.
A pesar de que mi vida profesional se desarrolla en el campo educativo, mis aficiones tienen que ver con la fotografía, la música, la literatura, la pintura, etc. En suma, el arte.
4 comentarios:
Ya sé por qué se ha colocado en el sábado. Tenía el encabezamiento guardado en ese día.
Besos a todo el que lea lo que yo escribo.
Me ha gustado mucho tu ironía sobre lo que "regalan" los bancos.
Tendrías que publicar en un periódico. Te seguiríamos muchos.
Regalos y más regalos. A diario los buzones de nuestras casas y los virtuales de nuestras estancias aparecen repletos de publicidad. Además es preciso recordar la que emiten en televisión, radio, prensa y el resto de medios que nos bombardean a diario. Cuando abrimos el correo, o le pasamos el antivirus o lo miramos al trasluz por si llevase algún explosivo real o figurado en su interior. El semblante se nos pone ceñudo, se arquean las cejas y olisqueamos, nunca se sabe. ¡Ay, los bancos! Si de su original emplazamiento en las ágoras de las polis griegas ya no quedan sino las innumerables sucursales que custodian las plazas de nuestros pueblos, villas y ciudades. Mira que llega a ser curioso. Antes, en las plazas, había ferreterías, tiendas de muebles y otros enseres, casas de toda la vida de mantas, ropa y lencería; hasta puede que una botica y, cómo no, la sempiterna tienda de ultramarinos. Hoy en día, todo ello ya no es preciso. Los bancos, por un módico TAE, te venden cuberterías, cristalerías y todas las “ías” que preciséis o no; las cajas, televisores, “cine en casa” o te financian las vacaciones y, además, te regalan el nórdico, el gps, la manta de viaje y una maravillosa descascaradota de huevos duros de perdiz para las ensaladas tibias con vinagre balsámico de Módena. Ah, y del Cofidís de turno, prefiero morderme la lengua y no hablar.
Pues eso, ni se te ocurra convertirte en articulista de ningún periódico, recuerda que los principales accionistas, directa o indirectamente, son los bancos. A ver si va a resultar que no recibes nunca más ninguna otra carta con vete tú a saber qué extraordinario premio dentro. Y, por extensión, nosotros nos vemos privados de otro de tus plumíferos, incisivos e inocentes, a la par, comentarios.
Je, je, je. Ahora estoy en otro dilema: o hacerle caso a Elena Losada y pedirle cita al director de algún periódico (No sé si me arriesgue. No quiero que mi autoestima se desequilibre), o dedicarme a seguir preparando las ensaladas con quesos diferentes y con nueces y, sobre todo, con el balsámico vinagre de Módena.
Publicar un comentario