sábado, febrero 02, 2008

2 de febrero de 1.980

No se suelen recordar los días de la semana que corresponden a días de meses y de años diferentes.
Salvo cuando el hada madrina nos toca con su varita o cuando la espada de Damocles, sin piedad, nos atraviesa.
Entonces sí, entonces se recuerda perfectamente el día de la semana, las distintas horas, cómo estaba el cielo, infinitos detalles que se clavan en el cerebro y, adheridos a él, permanecen para siempre en nosotros.
Hoy, por ejemplo, día 2 de febrero de 2008, puedo decir que hace 28 años, tal día como éste era sábado, hacía frío y yo estuve con mucha gente.
Quiero decir, muchas personas se encontraban alrededor, me miraban, me hablaban, nos lloraban, a los tres. A ella, por muerta; a mi padre, por pena; a mí, por triste.
A mi madre le gustaba mucho cantar. Es algo que, a pesar del tiempo, conservo claramente en la memoria. Le gustaba cantar y lo hacía muy bien. “Camino verde”, “Dos gardenias para ti”, “Bésame mucho”, “Reloj”, “Solamente una vez”… constituían un repertorio que salía de su boca mientras fregaba la escalera o hacía las camas.
De cuantas lágrimas cayeron por mi rostro aquel sábado, cuando asistí a su funeral, y de las que fui derramando durante tanto tiempo, queda el recuerdo, el recuerdo eterno.
También hoy hace frío. Pero luce el sol.


10 comentarios:

Fran Balsera dijo...

Ante este texto sólo puedo enviarte un ABRAZO muy fuerte. Hay fechas que por lo bueno o lo malo nos marcan toda una vida.

Anónimo dijo...

2 de febrero de 2004
Día de niebla densa. Densa tristeza en torno a una cama de hospital. Poco antes de las cuatro de la tarde, la niebla se disipa para dar paso al sol. Diez minutos después de las cuatro muere mi padre. Más tarde, hacia el ocaso del día, vuelve la niebla.
Yo también tengo adheridas en mi memoria muchas lágrimas surgidas en torno a un 2 de febrero.
Pilar

elena losada dijo...

Es muy cierto que todos tenemos fechas que nos recuerdan acontecimientos, pero no todos lo sabemos escribir.
Tu texto me ha emocionado.
Sólo quería decírtelo.

Clarice Baricco dijo...

Contigo. Sin palabras.
Ya es suficiente con lo que escribes. Contigo.

Un abrazo

Anónimo dijo...

De nuevo paralelismos. Yo también derramé muchas lágrimas hace 21 años (aunque era no era San Blas, sino San Juan el día que falleció mi madre) y sentí algo muy parecido a lo que escribes. Y luego en el tiempo... Una madre ausente deja un vacío que jamás se llena. Pero tus palabras son capaces de llenar el espacio infinito. Recibe mi calor también a través de las palabras.

Anónimo dijo...

El anónimo de antes soy yo, que me olvidao de poner el nombre. Besos, Aurora

Anónimo dijo...

Hola, soy mercé, tu escritro sobre tu madre, me emocionó mucho, yo tambien perdi a la mia, pero fue un 16 de octubre hara 30 años pero son cosas que núnca se olvidan,

Mi madre no camtaba, pero si tenia siempre una sonrisa, apesar de los pesares que la vida le brindo, jo no la vi núnca llorar, siempre con su dulce sonrisa, era una mejer humilde sin ningun estudio de libros pero tenia una gran capacidad para aguantar todo lo tragico que tuvo que vivir, jo la adoraba, era de esas personas que se hacen querer, nuestra puerta siempre estaba abierta para todo el necesitado,en su acompañamiento hacia al Mas Allá, parecia una manisfestación... besos, ellas desde donde esten, nos quieren ver felices...

Mª Jesús Lamora dijo...

Todos los que entráis por aquí sois estupendos.
Que sepáis que os quiero muchísimo.
Abrazo.

Anónimo dijo...

Por favor, que textos tan emotivos. Llevo un buen rato llorando y aunque mis padres están estupendamente me pongo en la piel de los que habeís perdido a alguién tan importante y no puedo dejar de derramar lágrimas.

María Jesús eres estupenda y te agradezco mucho que te muestres siempre tan optimista y alegre con los que te rodean.

Besos

Mª Jesús Lamora dijo...

Abrazo también para ti, anónimo, y gracias por tus palabras.