viernes, febrero 08, 2008

Huelga de silencio


Si no me dedicara a la enseñanza, habría ojeado esta noticia, aparecida hace unos días en una columna de la contraportada del Diario del Altoaragón, seguramente con menos interés que el que suscita el solomillo del cerdo para un vegetariano.
Pero resulta que yo me muevo entre escenarios en forma de aula y con personajes que tienen nombres y vidas reales.
La noticia en cuestión hace referencia a la “huelga de silencio” de un profesor indio, que ya dura nueve meses y que ha acabado con la paciencia de sus alumnos, los cuales han decidido cerrar con candado la puerta de la escuela y organizar una sentada en protesta por la actitud del docente, al tiempo que manifiestan que su educación se está viendo afectada.
"Si el profesor no quiere hablar, debería quedarse en casa. ¿Por qué nos hace perder el tiempo?”. Interesante pregunta.
A estas alturas, imagino que los que hayan leído la información ya se habrán olvidado de ella. Yo no. Es más, dudo entre plastificar la página y pegarla en el centro de la puerta de entrada a la clase, junto a unos poemas de Ángel González y un aforismo musical, o coger una chincheta y, a modo de marca zorriana , clavarla en el tablón de anuncios de la sala de profesores.
Si opto por lo primero, me arriesgo a que quienes pululen por allí reaccionen de diversa forma, a cual peor. Si se trata de alumnos, con la indiferencia que ¿procede?, y si son padres y madres en hora de tutoría, el comentario puede ser: “Lo que faltaba, oiga, que su obligación es no sé cuál, pero no ésa”, o “esta gente está loca de atar”.
Si escojo la segunda posibilidad, léase: “… tablón de anuncios…”, puede suceder que, en un arrebato inesperado de corporativismo, a todos nos entre la neura y, como hipnotizados por una estrella fugaz, pasemos a actuar de la misma manera que el protagonista de la noticia.
El problema es que no me hago a la idea de estar nueve meses sin decir ni mu a los "ávidos" estudiantes que, no se sabe por qué razón sobrenatural, entran en las clases de Música donde yo me gano el sueldo y me miran esperando qué.

2 comentarios:

elena losada dijo...

je, je, je, je. Eso tendríais que hacer los profesores de vez en cuando. Que menuda paciencia tenéis.
Aunque en la abogacía también tendría que haber más silencio, que no es oro todo lo que reluce.
Feliz semana para ti y los tuyos.

Anónimo dijo...

Si, probablemente lo sea