(Amantes a la luz de la luna. Marc Chagall)
Fíjate en la luna llena. No hace falta que lo hagas como yo, de la misma manera en que yo me fijo, a saber:
Si voy andando, me paro y coloco las manos hacia delante, estirando los brazos como si estuviera sujetando un catalejo, cerrando los dedos en forma de círculo y acerccando mi ojo allí, al tiempo que guiño el otro, para encuadrar e inmortalizar ese momento en un soplo de aire (no puedo evitarlo, ni quiero, me seduce la fotografía). Si conduzco, intento hacerlo a una velocidad menor, para que su blancura me alcance; voy mirándola cómo cambia de posición según mi coche avanza por serpentinas de doble carril. Cuando voy acompañada, lo comento a la otra persona. Si atravieso calles, observo si ella se recorta o desaparece tras los tejados de las casas. A veces pienso que si quienes habitan dentro fueran conscientes de la belleza que en ese instante se aprecia más allá de sus balcones, saldrían a ellos para contar secretos o cantar boleros.
La luna llena se refleja en el cristal y se funde con los poemas, como si ambos fueran uno.
Si voy andando, me paro y coloco las manos hacia delante, estirando los brazos como si estuviera sujetando un catalejo, cerrando los dedos en forma de círculo y acerccando mi ojo allí, al tiempo que guiño el otro, para encuadrar e inmortalizar ese momento en un soplo de aire (no puedo evitarlo, ni quiero, me seduce la fotografía). Si conduzco, intento hacerlo a una velocidad menor, para que su blancura me alcance; voy mirándola cómo cambia de posición según mi coche avanza por serpentinas de doble carril. Cuando voy acompañada, lo comento a la otra persona. Si atravieso calles, observo si ella se recorta o desaparece tras los tejados de las casas. A veces pienso que si quienes habitan dentro fueran conscientes de la belleza que en ese instante se aprecia más allá de sus balcones, saldrían a ellos para contar secretos o cantar boleros.
La luna llena se refleja en el cristal y se funde con los poemas, como si ambos fueran uno.
También se acerca a los amantes que la miran.
5 comentarios:
Esta mañana, a las 8 y media, había una preciosa y enorme luna llena sobre las torres del Pilar de Zaragoza. Visto desde el puente de la Unión, ha sido un espectáculo maravillos que ¡cómo no! he comentado a mis acompañantes para compartir con ellos:
- Fijaos que bonita está la luna sobre el Pilar. Y al otro lado, en el este, el sol apareciendo.
Ha sido realmente precioso, y aunque yo iba conduciendo, he aflojado la marcha para disfrutarlo: La Luna con mayúscula, el Rio Ebro, el Puente de Piedra, el Pilar... todo iluminado por un sol naciente. ¡Imagina que maravilla!.
Esa misma luna es la que yo vi anoche, iluminando el espacio.
Abrazo.
Estas últimas noches y sus subsiguientes amaneceres nos han permitido didfrutar de una Luna quizás más cercana, más llena, más intensa y más cálida que en otros ciclos.El cielo límpido, el aire en reposo, la soledad sonora de la noche serena nos permitían ver su cara sin mácula alguna desconocida. A lo sumo, la escasa humedad que osaba enturbiar mínimamente el selénico espectáculo, nos obsequiaba con la magnificencia espectral de los grandes fastos de oronda plenitud, con un halo de lunática, enigmática y giocondesa sonrisa y de albina tristeza.
Vaya, los dedos han vuelto a soltase y a teclear empujados por no sé qué resorte en la marisma del teclado. Ciertamente, la contemplación de nuestro ahogado lucero llega a conmoverme, consigue que deje cuanto estoy haciendo y me somete a los dictados fluyentes de palabras que brotan desde las simas más íntimas de mis propios adentros.
Que la Luna te acompañe.
Soledad sonora. Veo que Juan Ramón Jiménez también te acompaña alguna vez, Bl, como la luna.
A mí también.
Y la noche serena de Fray Luis, y la lunática tristeza de Víctor y Ana...No somos más que fruto de un tiempo, de una cultura y del árbol de una ciencia que amamos y compartimos apasionadamente.
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