miércoles, diciembre 12, 2007

Vocaciones frustradas

Ayer me encontré con el hermano de un amigo. Es abogado en Zaragoza.
-¿Tu mujer es médica, no? -Sí, pero da clase de Educación Física en un instituto.
Terminó la carrera de Medicina con expediente sobresaliente. Obtuvo un número altísimo entre los miles de personas que se presentaban a las pruebas del M.I.R. No fue suficiente. Se presentó a oposiciones en la enseñanza, aprobó y ahí está, supongo que contenta. Sin embargo, después de tanto tiempo, su marido continúa apostillando: médica frustrada.
Hace varios días leí que se está realizando no sé dónde un congreso, para especialistas, claro, de enfermedades del hombro. Aparecía una fotografía ilustrativa del evento. Hombres y mujeres en el foro viendo imágenes de nuestro interior en una pantalla gigante. Seguro que muchos leyeron interesados la noticia. No así yo.
Siempre quise ser profesora, dar clase, pero de Lengua Española, más que de Literatura ( y sólo la he dado como tal durante un curso en mi histoira profesional), incluso por encima de la Música, que es la materia que imparto y de la que me siento satisfecha.
Me apasiona la palabra, su etimología, su significado. Y su ubicación en los versos, en las frases, en los poemas, en las novelas.
Disfruto cuando miro esos libros que han de estudiar mis hijas, de y con lo que allí se muestra. Los estilos, los recursos, los fonemas, la ortografía, todo cuanto está relacionado, supongo que como ella con la anatomía humana.
De no haber sido por el encuentro casual de ayer, seguramente no estaría pensando en esto ahora. Pero no fue así; el azar, como muchas veces, se encargó de recordarme los versos que tanto amo, las rimas que se quedan en mí, el lenguaje que me acompaña, los signos que utilizo, los nombres propios que admiro y que nos han legado la, su, palabra.
Y ahora, amigos míos, me voy con la música a otra parte.
Buenos días. Sed moderadamente felices

3 comentarios:

Belén Foj dijo...

Solo te diré que de frustrada nada. Que uno debe seguir luchando siempre por lo que quiere y no bajar los brazos. Ahí tienes el ejemplo de Anabel, que marcho a Soria en busca de su vocación.
No obstante es evidente tu unión con la lengua y para muestra un botón (este bloc, por supuesto) en el que nos muestras tu gusto por la lengua.
Y para tratar de animarte un poco te diré, que el otro DIA le recomendé el blog a mi madre con el texto de las caracolas (divertidísimo, por cierto) y me comento que le gustaba mucho como escribías.
Así que no desistas, un beso.

BL dijo...

¿Y usted a quién se lo dijo? No hace muchos años algo así rezaba un untoso anuncio televisivo. Pues nada más cierto para, por ejemplo, este blog. El vis a vis y el boca –oreja son seguramente los mejores medios de difusión de estas mallitas recónditas de la red. Sólo es cuestión de dedicación, tiempo y un cruzar de dedos constante.
También quería comentarte que, sin pretender ser ni profeta mayor ni menor, ni, por supuesto, tampoco agorero mesiánico alguno, dichoso aquel que puede dedicarse a aquello que le apasiona, cobra por ello y, además, es correspondido, pues su satisfacción puede compararse a la infinidad de granos de arena o al sin número de estrellas cenitales.
Es impagable crematísticamente la sensación que embarga a quien es capaz de transmitir no sólo conocimiento, sino también apasionamiento por lo enseñado a quien aprende. De la misma manera es inextricable y mucho menos imposible de relatar en unas pocas palabras el sinfín de sensaciones que explotan en nuestro interior como un big-bang placentero cuando te percatas de que se te sigue, de que quien escucha es capaz de asimilar cuanto se le transmite y, además, la avidez por incrementar sus conocimientos no hace sino crecer exponencialmente. Por último, y no quisiera tampoco diluir cuanto pienso en un tópico insulso, cuando al cabo de unos años descubres que alguien que aprendió de ti puede darte más de cuanto tú fuiste capaz de entregarle, entonces tocas el cielo.
Gracias por tu tiempo.

Mª Jesús Lamora dijo...

Me siento contenta con mi trabajo. Sigo encontrándome con ex-alumnos que recuerdan lo que aprendieron conmigo. Lo digo orgullosa, es verdad.
Por cierto, no he comentado mi otra vocación frustrada, y es la segunda y última. ¿Queréis saber de qué se trata? Pues ser vocalista en una orquesta de pueblo. Tal cual.
Besos.