(Es la que he dado a mis compañeros de trabajo este año. Tú puedes leerla ahora a través del blog, ya que has tenido la gentileza de visitarme).
Me llamo Miguel, tengo ocho años y estoy un poco harto de que me digan lo que tengo que pedir a los Reyes Magos.
Yo había empezado la carta así:
-Un juego
-Un cuaderno
-Un libro
-Unas gafas de sol
Mi madre, que sabe mucho, me dijo que tenía que escribir primero:
Queridos Reyes Magos
Y que después tenía que pedir por la familia, es decir, por papá, por mamá, por Laura y por David, mis hermanos, mayores que yo, y a continuación tenía que rogar mucho por la paz y por los niños que pasan hambre.
Me dijo todo esto y más cosas; entonces yo, que soy un buen hijo, escribí todo lo que ella me recomendó y que a mí me parece estupendo.
Porque, claro, quiero que mi papá esté bien, que no le pase nada cuando viaja en el camión, que mi madre, que ya me ha enseñado las teclas negras del piano y me las sé todas, empiece pronto con las blancas (y no me preguntes, María Jesús, si conozco también las verdes, que lo dices para hacerme equivocar, pues yo sé que no hay teclas verdes en un piano), que Laura estudie mucho la flauta travesera, que David juegue conmigo al fútbol y que las notas nos vayan muy bien a los tres.
Y cuando mis padres o la señorita Rosa me hablan de niños que pasan hambre y frío, yo me pongo a pensar en ellos, sí, pero no entienden que soy pequeño y que hay cosas que a mí se me escapan, por ejemplo que no sé en qué pueblo viven esos niños, que desconozco cómo se llaman, que dudo si tendrán la piel blanca o amarilla o negra.
Y si me dicen que pida por la paz en el mundo, pienso: ¿pero es que hay lugares donde la gente mata, donde las personas se riñen con bombas y tanques y pistolas?
Ya he dicho antes que soy un buen hijo, así es que escribí con buena letra todas las peticiones, pero, queridos Reyes Mayos, tengo que confesaros que puse más interés en la caligrafía a la hora de pedir el juego, el cuaderno, el libro y, sobre todo, las gafas de sol, que las que tengo ya me van pequeñas y no quiero que cuando el sol apriete, a mí me coja desprevenido.
Felices Fiestas.
Y que tu sonrisa siga encandilando a quienes te rodean.
María Jesús Lamora. Diciembre 2007
Me llamo Miguel, tengo ocho años y estoy un poco harto de que me digan lo que tengo que pedir a los Reyes Magos.
Yo había empezado la carta así:
-Un juego
-Un cuaderno
-Un libro
-Unas gafas de sol
Mi madre, que sabe mucho, me dijo que tenía que escribir primero:
Queridos Reyes Magos
Y que después tenía que pedir por la familia, es decir, por papá, por mamá, por Laura y por David, mis hermanos, mayores que yo, y a continuación tenía que rogar mucho por la paz y por los niños que pasan hambre.
Me dijo todo esto y más cosas; entonces yo, que soy un buen hijo, escribí todo lo que ella me recomendó y que a mí me parece estupendo.
Porque, claro, quiero que mi papá esté bien, que no le pase nada cuando viaja en el camión, que mi madre, que ya me ha enseñado las teclas negras del piano y me las sé todas, empiece pronto con las blancas (y no me preguntes, María Jesús, si conozco también las verdes, que lo dices para hacerme equivocar, pues yo sé que no hay teclas verdes en un piano), que Laura estudie mucho la flauta travesera, que David juegue conmigo al fútbol y que las notas nos vayan muy bien a los tres.
Y cuando mis padres o la señorita Rosa me hablan de niños que pasan hambre y frío, yo me pongo a pensar en ellos, sí, pero no entienden que soy pequeño y que hay cosas que a mí se me escapan, por ejemplo que no sé en qué pueblo viven esos niños, que desconozco cómo se llaman, que dudo si tendrán la piel blanca o amarilla o negra.
Y si me dicen que pida por la paz en el mundo, pienso: ¿pero es que hay lugares donde la gente mata, donde las personas se riñen con bombas y tanques y pistolas?
Ya he dicho antes que soy un buen hijo, así es que escribí con buena letra todas las peticiones, pero, queridos Reyes Mayos, tengo que confesaros que puse más interés en la caligrafía a la hora de pedir el juego, el cuaderno, el libro y, sobre todo, las gafas de sol, que las que tengo ya me van pequeñas y no quiero que cuando el sol apriete, a mí me coja desprevenido.
Felices Fiestas.
Y que tu sonrisa siga encandilando a quienes te rodean.
María Jesús Lamora. Diciembre 2007
8 comentarios:
Al leer tu escrito y, supongo, que será el relato de alguno de tus maravillosos alumnos, siento nostalgia y me gustaría volver a la edad de este niño, para escribir, la carta de los Reyes Magos.
Yo recuerdo con mucha emoción, cuando les poníamos en la ventana, turrón, champán y un capazo de trigo para los camellos. Al día siguiente, al recoger los regalos, eras la niña más feliz del mundo.
Hoy, nuestra preocupación es otra, el terrorismo,el paro,la hipoteca, etc.etc. ¡Que triste!
Yo quiero volver a mi infancia.
Besos.
Continuación al comentario anterior
¡Ah! se me ha olvidado.
Os deseo ¡Felices Fiestas! y como va de Reyes Magos, que sean muy generosos con todos vosotr@s.
Besos. Susana
maria jesus?? la de musica del colegio del victor mendoza?yo soy leticia una de tus alumnas.bueno besos!!adios.
La carta de Miguel es enternecedora y colmada de esa inocencia que, tantas veces, nos falta a nosotros.
Muy felices fiestas, sinceramente y de verdad!!!
http://www.thecompassgroup.biz/merryxmas.swf
!Gracias! !Que emoción la de sentirse un poco el protagonista de este bonito cuento! En estas fechas en las que muchas veces nos vemos sumergidos en las prisas y el consumismo, es fantástico poder volver a la sencillez e infancia!. !Que feliz me siento de ser una madre de un niño como Miguel y recordarme que la Navidad, además de las luces y de los presupuestos exorbitantes, es, estar en Familia, buscar la felicidad de los tuyos, "prepararse" y darse a los demás, buscar el bien, compartir , construir un mundo de sosiego y felicidad, dar al mundo lo mejor de cada uno. !Esto es lo que te deseo!.
Se recuerdan tantas cosas de la infancia,¿verdad, Susana? Gracias por tu felicitación. Ídem para ti.
¡Qué sorpresa, Leticia, Alfons y Sonia, leeros por aquí! Un placer compartir los escritos con vosotros.
Gracias por las palabras y por la música, por los sentimientos, por la amistad.
Abrazo.
Me ha gustado mucho tu felicitación. Siempre tan original como sólo tú sabes.
¿Existe de verdad ese Miguel?
Ese niño existe, claro que sí. Se llama Miguel y es encantador.
Lo que he escrito en la felicitación son pinceladas de una conversación que ambos mantuvimos hace poco en el conservatorio de Monzón, donde su madre, Sonia, da clases de música.
Abrazo.
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